El mar

Letras y ficción
Relato
Créditos de la imagen: Camila Martínez

Por Camila Martínez

Y ahí estaba yo incorpórea, en la playa, anhelante de aparecer. Mientras esperaba la manifestación de mi cuerpo, analizaba la costa para darme cuenta de la vacuidad que me rodeaba. El silencio reinaba en el lugar, sin embargo, el sentimiento de paz me abrazaba. Mi mente estaba en blanco, sin recuerdos ni sentimientos, como si yo no existiera. De pronto, mi cuerpo apareció y, como imán, empezó a caminar hacia el mar que, como un campo magnético, lo atraía hacia él.

Al principio, el agua tibia se mecía con un ritmo lento y placentero envolviendo las plantas de mis pies, haciéndolos sentir un alivio al tocarla, como si estuvieran sedientos por el mar; estos, ávidos de líquido salado, seguían caminando y con ello me adentraban más al infinito piélago que me enfrentaba.

No existía el tiempo, era como estar en un limbo con agua infinita. Inesperadamente, esta llegó a mis rodillas y los recuerdos surgieron en la inmensidad de mi memoria. La primera vez que caí y el dolor que llenó mi cuerpo; la primera vez que logré decir una palabra y la felicidad que me inundó; la primera comida que aborrecí. Recuerdos como estos rondaban por mi mente mientras yo seguía avanzando hacia lo insondable del mar.  Para este momento el agua aún se mecía lentamente por mis rodillas, como cuando una mamá mece a su hijo de un lado a otro, calentándolas y gentilmente empujándolas, haciendo que mi cuerpo y mi mente se relajaran con su ritmo constante.

Sin darme cuenta, el agua que llegaba por mis rodillas ahora estaba en mis caderas, todavía tibia, pero con una celeridad alta, constante e inquieta. Con este movimiento llegaron nuevos recuerdos a mi mente. La vez que por más inalcanzable que pareciera, me propuse lograr una meta y la satisfacción que conllevaba haberla hecho. La primera vez que me enamoré y las revoloteadoras mariposas que dentro de mí volaban. La primera vez que cometí un error y tuve que aprender a aceptar las responsabilidades de mis actos. La primera vez que sentí el enojo y la impotencia que este generó al no poder anularlo. La primera vez que perdí a un ser querido y la tristeza que me inundaba el cuerpo, como ahora, al no ser capaz de regresarlo conmigo.

Todos estos recuerdos fueron pasando por mi mente conforme la marea subía hasta mi pecho. El agua aún seguía tibia, aunque por momentos oleadas heladas envolvían a mi cuerpo con diversos recuerdos. Conforme llegaban, estas se hacían más grandes y fuertes. La primera vez que se rompió una amistad y la tristeza que esta pérdida implica, al ya no tener a una persona en quien confiar. La primera vez que sorteé un reto que nadie creía que podría eludir, lo que provocó una satisfacción y felicidad en mí para seguir luchando por lo que quería. La primera vez que probé la libertad, sólo para darme cuenta del inmensurable mar y de las ansias que tenía por vivir.

Después de estos recuerdos, la marea no subió, pero el oleaje monstruoso aceleraba y desaceleraba. De pronto, el suelo y la costa desaparecieron; sólo estaba yo, flotando en la enormidad del inquietante y excitante mar. El oleaje era inestable, a veces se tranquilizaba, pero, sin esperarlo, unas olas gigantes arrebataban hacia mí para sofocarme, poderosas y fuertes lograban hundirme, sin dejarme tomar un respiro. El agua tenía dos brazos tratando de sumergirme con cada segundo que pasaba debajo de ella. No escuchaba ni pensaba, sólo sentía una presión constante, fuerte y abrumadora en mi pecho que no me dejaba respirar. No dejé de luchar hasta que, de alguna manera, conseguí tomar aire, deshacerme de la presión que yacía en mi pecho y salir de nuevo, para encontrar la marea calmada, otra vez. Miré a mi alrededor sólo para darme cuenta que el mar seguía igual de apacible y sereno. Sólo quedaba seguir nadando en sus impetuosas aguas, aprendiendo a sortear las constantes olas homicidas, creando una fortaleza en mi interior para, así, vivir.


Camila Martínez

Soy Camila Martínez González y tengo 19 años. Tomé un curso de Letras Españolas en la Universidad de Guanajuato y un curso de Screenwriting en University of East Anglia, así como una MasterClass con Margaret Atwood y otra con Billy Collins. El año pasado participé como speaker en la primera edición de Ted x La Piedad. Estoy en 5to semestre de la licenciatura Lengua y Literatura Moderna Inglesa en la UNAM. 

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