Caótica

Ensayo
Ensayo literario
Créditos de la imagen: Estef Cervantes

Nos convertimos en fantasmas,
vagando sin rumbo,
unidos por los miedos y las injusticias del mundo tangible.
Nos preguntamos cuál es el fin de todo aquello que vivimos.
Y vamos despertando.
-E.C.

Por Estefanía Cervantes

Carburador
Siempre voy en el asiento del copiloto en el auto. Hoy veo gente peleando por incorporarse a otro carril, el tránsito está pesado y el calor no cede. Vamos a paso lento gracias a la enorme fila de autos. A través del vidrio recién limpio, veo también pasar lentamente las líneas blancas que separan los carriles (¿o ellas me ven pasar?), siempre a paso lento. No hay más.

Dos años de Escritoras Universitarias

Ensayo
¡Hoy cumplimos dos años en línea!

Por Estefanía Cervantes, cofundadora y editora de Escritoras Universitarias

Me gusta mucho contar cómo inició nuestra historia. Todavía más, me parece hermoso pensar que después de dos años, dos largos años entre los que hemos vivido tanto, ese momento logró detonar algo que NOS ha cambiado la vida. 

Escritoras Universitarias surgió una noche lluviosa de septiembre de 2019 entre el pasillo que guía una de las tantas salidas de Ciudad Universitaria. En mi mente y las de mis amigas y compañeras rondaba esa molestia de que para poder nombrarte escritora, creadora, artista, periodista, entre otras, era necesario tener una gran trayectoria o mucha experiencia que, de alguna manera, nos “respaldara”.

Conocíamos muchas historias que ya estábamos contando de una forma u otra a través de trabajos académicos, de textos que preferíamos guardar en lo más recóndito de nuestras computadoras o celulares. Queríamos seguir contándolas y compartir otras más, pero lo que estábamos haciendo ya no era suficiente para nosotras, necesitábamos reclamar nuestro lugar en el mundo.

A finales del semestre, la idea se iba diluyendo poco a poco debido a nuestras obligaciones, pero ahí seguía, insistente, aferrándose. Esta era simple: escribir sobre lo que quisiéramos y compartir esos textos en un pequeño blog colectivo. Fuimos invitando a otras compañeras de clase y así, el plan se mantenía vivo hasta el próximo semestre, cuando programamos nuestras primeras reuniones.

Un nuevo ciclo escolar se presentó a finales de enero de 2020, pero nos sorprendió un paro de actividades en nuestra facultad. Sin embargo, pensamos en otras alternativas: nos reuniríamos en otros espacios fuera de nuestra y empezaríamos así a planear cómo funcionaría el proyecto. De esta manera, un día de febrero, algunas de nosotras platicamos bajo el sol que bañaba a Las Islas de CU, cerca de la Biblioteca Central. Y ahí, entre risas y una palpable emoción, se concretó Escritoras Universitarias. Era la primera vez que nos nombrábamos así. 

Programamos otra reunión y en esta, se fueron uniendo más voces. Le dimos poco a poco color y forma a nuestro proyecto de manera muy general. Seguimos invitando a más mujeres a que se unieran, a que también se nombraran escritoras. 

Pero llegó marzo y con él, la pandemia por Covid-19. Fue imposible que nuestros mundos no se vinieran abajo con todo lo que ocurría a nuestro alrededor. En mi caso, la ansiedad invadió mis días. Hasta un día de mayo, cuando una de las editoras de este sitio, Abril, me escribió. “Sigamos con nuestro plan”, fueron las palabras que aparecieron de repente en mi teléfono. Y así fue.

Aprovechamos cada recurso que íbamos conociendo, como las videollamadas y poder compartir nuestras pantallas para materializar lo que tanto habíamos soñado, ese sitio que contuviera nuestros pensamientos, sentimientos y saberes. Decidimos lanzarnos al mundo un 27 de junio de 2020.

El día se acercaba y nos convertimos en lectoras, editoras y diseñadoras. Las historias, experiencias, sueños y conocimientos que varias de nuestras compañeras nos compartieron inauguraron las secciones del sitio.

El 27 de junio de 2020, entre copas de vino, un millón de emociones y el apoyo de quienes nos rodeaban física y virtualmente, cambiamos a pública la privacidad de la página web. Y Escritoras Universitarias estaba en línea por fin. 

Desde ese momento, durante estos dos años —¡DOS AÑOS!— hemos vivido cosas que todavía nos sorprenden y nos hacen muy felices. Hicimos alianzas y colaboraciones con otros proyectos que admiramos y que nos han aportado muchísimo.

Pero lo más importante que nos ha pasado es que este espacio y la comunidad que fuimos tejiendo se han convertido en un refugio para cada escritora y creadora que ha publicado en él, incluyéndonos a nosotras, las editoras de este. Nos han salvado de nuestro encierro, de lo que nos lastima y nos duele. Nos han permitido desafiar y enfrentar a una sociedad machista y patriarcal que ha negado nuestros derechos y nuestro sitio en el mundo. Nos han ayudado a plasmar lo que pensamos, lo que conocemos y lo que sentimos. Y, sobre todo, entre nosotras nos nombramos por lo que somos: escritoras. 


Manos de maíz

Ensayo
Créditos de la imagen: RODNAE Productions en Pexels

Por Laura Cecilia Cruz Montaño

Mi abuela, Doña Lupita, estaba hecha de maíz, de la ardua tarea de desprender cada uno de los granos para echarlos a hervir en el nixtamal, llenando la casa entera con su aroma. Necesitaba de gran fuerza para moler el maíz en el metate de piedra y sacar la masa fresca, juntando un montoncito para ir acumulándola en una cubeta.

Se trataba de una serie de pasos meticulosos, midiendo la bolita de masa en la palma de sus manos, a veces le quitaba, a veces le ponía, sabiendo exactamente la cantidad necesaria para colocarla en el centro de la prensa para tortillas, con una bolsa cortada cubriendo toda la base para evitar que se pegara, aplastando aquel cúmulo de maíz hasta adoptar una forma redonda, delgada y uniforme. Entonces las echaba al comal para hacer las tortillas, disfrutaba de ver cómo se inflaban, a veces formaban pequeñas burbujas de aire y era momento de darles vuelta. Lo hacía con las manos, sin espátulas ni vacilación. Una tras otra caían las tortillas, tan hirvientes que se le borraron las huellas de los dedos con el paso de los años.

Ingrávida

Ensayo
Ensayo literario

Por Estefanía Cervantes

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Alguna vez pensaba en la ligereza que puede atravesar la vida, si es que llega en buen momento. Te despiertas un día y decides seguir durmiendo que trabajar por horas detrás de una computadora que, sin que ella se lo proponga, va desgastando tu vista. Te vuelves a acostar y sueñas. Dormir así sabe a una mañana de sábado en la cama. Comes únicamente cuando sientes hambre.

¿Cómo le hago para hacerle entender a mi mente lo que mi corazón siente?

Ensayo

Lo fundamental de(l) sentir

Créditos de la imagen: Anna Shvets en Unsplash

Por Daniela Orozpe Ortega

Curiosa y confusamente siento, y siento mucho, pero eso no es lo que me desorienta, porque debido a su fuerza yo sé cuándo ese sentimiento es amor. Por otra parte, también se manifiesta en mí el enojo, pero no concretamente hacia las personas, sino que me molesta no poder poner mis afectos en el lugar que les corresponde.

Desde niña me vi con novio, quizá no casada, pero sí besuqueada con un hombre; sin embargo, en el corazón permean mujeres que me apoyan, que admiro, que me ponen feliz y me ofrecen espacios seguros, tan seguros que podría vivir ahí toda la vida que me resta.

La historia más bonita de amor

Ensayo

Samantha, Estefanía y Mariana:
soy porque son conmigo.

Por Miranda Coranges

Pensé en un post con el que me atravesé que decía “La historia más bonita de amor que he vivido es con mis amigas” y nunca algo hizo tanto sentido en mi vida. 

Hace tiempo que me permití liberarme de los prejuicios patriarcales sobre las relaciones entre mujeres y comencé a disfrutar de lo increíble que resulta compartir y entrelazar mi historia a las de personas increíbles y estoy convencida que no pude tomar una mejor decisión en mi vida. Comencé también a vivir desde el feminismo, que sin duda no ha sido un camino fácil, pero que me ha llenado de amor y acompañamiento el cual, egocéntricamente, pensé no necesitar. 

Llorar

Ensayo
Créditos de la imagen: Estefanía Cervantes

Por Estefanía Cervantes

Llueve. Las lágrimas caen como las gotas de la lluvia en la ciudad, que la llena de un color melancólico. Lágrimas con sabor amargo en la boca, una tras otra. Lo inundan todo: la cocina, la sala, el estudio. Mojan la almohada blanca, que se convierte en una cómplice del sentimiento, que la abraza y la hace sentir acompañada en su desahogo. 

¡No quiero ser Miss Universo!

Ensayo
Créditos de la imagen: Priscila Torres

Por Priscila Torres

En algún momento de mi vida tuve problemas con mi cuerpo e hice cosas que no me llenan de orgullo. Vivía contando las calorías y bebiendo agua simple en todo momento. Me sometí a dietas impresionantes que me hacían ver demacrada y cansada. Todas las noches me miraba en el espejo y si no me gustaba lo que veía, volvía a someterme al riguroso plan alimenticio, pero ni así me encontraba satisfecha. 

Vámonos

Ensayo
Créditos de la imagen: Nick Fewings en Unsplash

Este texto es una continuación de la reflexión
Señor travesura y señorita elevador,
escrito por la misma autora.

Por Priscila Torres

¿Recuerdan lo ocurrido con la señorita Elevador y el señor Travesura? La situación ha desatado un sinfín de situaciones bastante buenas. Una de ellas es ponernos a pensar el irnos del edificio. Les confieso que la idea me llenó la barriga de muchas emociones, pues son veintidós años de historias en el mismo sitio. Llegué cuando era una niña y ahora soy una adulta.